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María Luisa de Saboya, leal a España y valerosa

Descendiente de los Saboya y esposa de Felipe V, defendió los intereses españoles contra los de su propia familia y llegó a armar una milicia para defender Madrid

Isabel Cendoya Díaz.

MaríaMaría Luisa Gabriela de Saboya fue la primera mujer de Felipe V, cuyo matrimonio se celebró por poderes en la cuidad de Turín, capital de los dominios de los Saboya, en 1701. La Reina partió hacia Niza rumbo a España para encontrarse con su esposo en Barcelona, destino que tuvo que ser cambiado pues al final, gran parte de viaje se hizo a pie. Fue en Niza donde conocería a la princesa de los Ursinos, una de las amistades más importantes de su vida. Anne Marie de la Trémoille fue elegida por Luis XIV y su amante, Madame de Maintenon, como sirvienta de María Luisa para poder espiarles y velar por los asuntos de Francia en Madrid. Esta amistad fue de esencial importancia tanto para la Reina como para la princesa: la princesa fue su apoyo gracias a sus conexiones con Francia, lo que permitía a la Reina tener una mejor relación con Luis XIV y, al mismo tiempo, María Luisa Gabriela la mantuvo en el poder. La Reina, que era el foco de la amabilidad de todos hacía contraste con la princesa, centro de las críticas cortesanas.

Tras un largo viaje, los esposos se encontraron en la frontera francesa el día 3 de noviembre.

Felipe, muy impaciente por conocer a María Luisa, rompió el protocolo y decidió salir a su encuentro de incógnito. Se adelantó a caballo y al encontrar el carruaje en que viajaba la saludó y la acompañó un trecho del camino, aparentando ser un caballero enviado por el Rey. Después se separó de ella y volvió a toda prisa. El matrimonio comenzó con algún problema, pues el banquete de recepción estuvo lleno de incidentes y la noche de bodas resultó decepcionante. No obstante, las cosas mejoraron rápidamente y María Luisa, a pesar de que tenía solo trece años, logró destacar por su inteligencia y madurez. La compenetración de la real pareja fue total. Entre los esposos se creó un vínculo complejo, que iba mucho más allá del deber y de la razón de Estado. Para Felipe V la dependencia de su esposa era total, no quería separarse de ella.

Al poco tiempo de casarse, tuvo que asumir personalmente el gobierno, pues el Rey debía viajar hasta Italia para reafirmar sus dominios que estaban siendo conquistados por el bando del archiduque durante la Guerra de sucesión (1701-1714). Felipe nombró a María Luisa Gabriela Reina gobernadora durante su ausencia. Tras despedirse de su esposo en Barcelona en 1702, marchó hacia Zaragoza, donde presidió la reunión de las Cortes tras lo que fue a Madrid para hacerse cargo de la gobernación del reino.

Contra los Saboya

«La Gazeta de Madrid» informaba el 11 de julio de ese año sobre las actividades de la Soberana: «La Reina N. Señora asiste todos los días a la Junta del Gobierno, con la Gracia que acostumbra en todo: y el primer día les hizo a los Señores un razonamiento breve, discreto, y muy del caso, exhortándolos a la unión, y a los aciertos. El sábado pasó S. M. por Retiro, a Atocha. Fue por el campo, y volvió por la villa con mil aclamaciones, y muy agrada de aquel Real Sitio, y particularmente del nuevo Casón. El domingo bajó al río, y concurrió infinito pueblo a ver a S. M., que volvió muy divertida, y parece que lo repetirá». La popularidad de la reina era impresionante entre el pueblo, que la apreciaba como regente por su cercanía.

El compromiso de María Luisa de Saboya con la Monarquía española se hizo todavía más evidente en el enfrentamiento con su propia familia, la Casa Real de Saboya, que estaba tomando partido por los enemigos de Felipe. María Luisa no sólo apoyó el valor del Rey sino que dio también repetidas muestras de valor personal en las circunstancias más peligrosas de la guerra. Ante la inminente llegada del archiduque a Madrid en junio de 1706, la Reina, que se hallaba sola, no se dejó amedrentar y, demostrando enorme valentía, consiguió dinero y reclutó milicias para tratar de defender la capital.

Muchas cualidades manifestó durante su vida que terminó en 1714, a poco de terminar la guerra, a causa de tuberculosis, una enfermedad que arrastraba desde hace siete años. Murió apenas a los 25, tras haber dado a luz a cuatro hijos, entre los que se encuentran dos futuros reyes de España, Luis I y Fernando VI. Mostró desde el principio un gran instinto político y con el tiempo ganó en experiencia. Un gran encanto personal y una especial amabilidad en el trato la hacían todavía más atractiva, más escuchada y más influyente. Su entrega a la causa borbónica fue generosa. Además de amar al Rey, sentía un gran amor por su pueblo, amor que fue sinceramente correspondido.

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2023-01-27T08:00:00.0000000Z

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